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Mostrando entradas de julio, 2021

Lecciones de las plantas II (versión audio)

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Lurking Sloth by Alexander Nakarada | https://www.serpentsoundstudios.com Music promoted by https://www.free-stock-music.com Attribution 4.0 International (CC BY 4.0) https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Lecciones de las plantas I (versión audio)

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          Early Bird by | e s c p | https://escp-music.bandcamp.com Music promoted by https://www.free-stock-music.com Attribution 4.0 International (CC BY 4.0) https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Lecciones de las plantas II

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 Una planta que traje hace un tiempo creció, como por otra parte hacen todas las plantas, tanto por encima (las ramas) como por debajo (las raíces) de la superficie de la tierra. Si bien los bulbos (más que raíces) lo hicieron con tal exuberancia que pronto dejó insuficiente el tamaño de la maceta. Es, pienso, una planta iceberg . El tamaño de lo oculto es muy superior a lo visto. Pues bien, todo esto hace poco al caso y lo pongo por rellenar. Lo que sí hace al caso es que tuve que cambiar la maceta por otra mayor para darle terreno suficiente a las insaciables ansias expansionistas de la planta. Y fue que al poco, de la tierra de la nueva maceta, surgieron unos inesperados brotes que inmediatamente califiqué como malas hierbas . Pero, ¿cuáles son las malas y cuáles las buenas hierbas? ¿Sabemos acaso, nosotros, los malos monos, qué función última cumple esa mala hierba que yo me atreví a señalar con mi ya sarmentoso dedo índice en los planes infinitos de Dios, nuestro señor?  Y es más,

Lecciones de las plantas I

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Tengo un anturio, o por mejor decir, en mi casa vive un anturio que traje hace tiempo. Él vive y yo vivo, pero el anturio no es mío; está ahí, yo lo traje y yo lo riego. Yo tampoco soy del anturio, él no me riega pero respiro con beneficio alguno de los gases que sus hojas filtran de noche o de día, que ya no me acuerdo de cómo respiran las plantas. La cosa es que hoy, cuando entré en la cocina, al fondo de la cual está la solana donde vive el anturio y otras dos pocas plantas, vi una sombra huir por la ventana. Fue un pájaro pequeño del que no puedo decir más. No se enredó, como a veces le sucede a los pájaros confusos con el camino que siguen al huir. Parecía estar acostumbrado a entrar y salir por el estrecho hueco de la ventana. Hay una vida matinal que transcurre en mi casa mientras yo padezco los quebraderos de la oficina, que pudiera ser la de un pájaro que visita a la planta, que está interesado en la poca, humilde tierra que aloja la maceta donde crece, sin aspavientos, el ant

Félix Grande, elevado a las alturas del olimpo de mi interpretación magistral.

Dame ungüento de carne, loba poema de  Félix Grande  

El libro del día del juicio final, de Connie Willis

Me acabo de dar cuenta de por qué, al principio, creía que El libro del día del juicio final era uno de esos libros esotéricos que me había bajado para leerlo en algún momento que tuviera cuerpo de arcanos.  Lo tenía ahí en la reserva hace tiempo pero no me había decidido a pillarlo hasta el otro día que le eché un ojo al prólogo y vi que se trataba de una novela de ciencia ficción y que el mismo  Miqel Barceló la había prologado recomendándola. Lo que me despertó el interés es que el tío escribiera tan entusiásticamente de  ella. Los libros favoritos de los otros siempre despiertan mi curiosidad (Ayer se me despertó otra curiosidad por El jardín de las delicias de Francisco Ayala , porque Eduardo González Ascanio  - en una entrevista que le hace Santiago Gil en Tiempo de Canarias-, decía que estaba entre sus libros favoritos) El origen de la confusión es que hay una tal Mabel Collins , que escribe una cierta literatura esotérica, que tal vez había confundido con esa Connie Willis