El libro del día del juicio final, de Connie Willis


Me acabo de dar cuenta de por qué, al principio, creía que El libro del día del juicio final era uno de esos libros esotéricos que me había bajado para leerlo en algún momento que tuviera cuerpo de arcanos.  Lo tenía ahí en la reserva hace tiempo pero no me había decidido a pillarlo hasta el otro día que le eché un ojo al prólogo y vi que se trataba de una novela de ciencia ficción y que el mismo  Miqel Barceló la había prologado recomendándola. Lo que me despertó el interés es que el tío escribiera tan entusiásticamente de  ella. Los libros favoritos de los otros siempre despiertan mi curiosidad (Ayer se me despertó otra curiosidad por El jardín de las delicias de Francisco Ayala, porque Eduardo González Ascanio -en una entrevista que le hace Santiago Gil en Tiempo de Canarias-, decía que estaba entre sus libros favoritos)

El origen de la confusión es que hay una tal Mabel Collins, que escribe una cierta literatura esotérica, que tal vez había confundido con esa Connie Willis, y que el título también se presta a confusión. Y me acabo de dar cuenta ahora porque al buscar la novela en Internet he puesto el nombre de Mabel Collins en lugar del de Connie Willis. Pero no sé por qué tenía en la mente a esa Mabel Collins de la que, por lo que he comprobado en Internet, tengo un libro que sí he leído pero que no había impactado tanto, creía yo, en mi ánimo. El libro es Luz en el sendero. Me recuerdo leyéndolo en las playas de Fuerteventura hace muchos años, probablemente en uno de mis arrebatos de lecturas místicas. Mabel Collins es contemporánea de Madam Blavatsky y pertenecía al grupo teosófico. Esta autora, además de ese libro, escribió, por lo que informa la wikipedia, muchas novelas de talante ocultista, y algún que otro texto de carácter feminista.

Volviendo al libro de Connie Willis, se trata de una novela, en efecto, de ciencia ficción. El tema, en este aspecto, es el viaje en el tiempo. Pero el tema principal de la novela es la epidemia. Se hace un paralelismo entre las epidemias actuales y las del pasado, en concreto la peste, en el siglo XIV. Es una coincidencia que actualmente estemos en esas. Este libro fue publicado por primera vez en 1992. 

La historia es la siguiente. Estamos en el futuro, no muy lejano, 2030…  Las universidades tienen medios para trasladar personas al pasado y hacerlas volver. Utilizan una poco definida red que, según se insiste, sin explicaciones, es bastante segura en cuanto a evitar paradojas temporales. En esta ocasión mandan a una chica al siglo XIV pero veinte años antes del comienzo de la peste, en Oxford, Inglaterra. Justo en el día que la envían  se desata una epidemia en Oxford, en la actualidad. La chica alcanza su destino en el pasado afectada de esta enfermedad, pero acaba sanando  gracias al cuidado de quienes la recogen. Pronto se da cuenta de que los cálculos para trasladarla al pasado han fallado y que la han puesto directamente en los años de inicio de la gran epidemia de peste de aquella época. Así tenemos a la chica en medio de la peste medieval, ayudando al párroco a disminuir los sufrimientos de los afectados, y en el presente otra peste, igualmente desconocida, pero tratada con mejores medios. La peste actual es desarticulada al detectar que el foco de comienzo, y aquí se cierra el círculo, es precisamente una tumba, que se está excavando arqueológicamente, del tiempo al que fue enviado la chica.

Debido a la pandemia actual y a determinados conflictos personales entre los profesores que están implicados en la investigación arqueo-temporal o como se quiera llamarlos, la red no es reabierta a tiempo para hacer retornar la chica al presente, por miedo a que el origen de la epidemia actual sea precisamente un virus que haya atravesado esa puerta temporal, así que ahora mismo(*) han perdido la esperanza de volver a verla, si no es en alguna tumba en las excavaciones.(* no he terminado de leerla)

Una vez determinado el origen, se descubre que, en efecto, el virus viene del pasado, aunque no a través de esa puerta sino directamente desde la tumba, pues los virus, nos dicen, tienen la capacidad de permanecer inertes durante tiempo indefinido y retornar a la vida tras un largo periodo. La última vez que leí parece que se había abierto una posibilidad de volver a abrir la puerta hacia ese pasado y hacer que la chica retornase. 

La novela es larguísima, para un libro electrónico dos mil páginas es una burrada, aunque depende del tamaño de letra. Estoy acostumbrado a 600 como promedio. La novela alterna las vivencias de la chica en el pasado con las vivencias de un profesor, que es su tutor de estudios, preocupado por ella, en el presente. Así tenemos una visión en paralelo de las dos epidemias y de las condiciones en que se trata una y otra. Además la chica que, gracias a las vacunas con que ha sido inoculada, tiene pocas probabilidades de contraer la peste, ayuda, con los medios de que dispone, que se pueden enumerar como ninguno, a tratar a los enfermos, y contrasta constantemente los recursos de aquella época, emplastos, infusiones de hierbas, sangrados, con los de su época, esencialmente antivirales. 

No se vuelve larga cuando ya uno se ha metido en el ambiente y hasta sueña con los personajes, eso es lo que tienen las novelas de largo recorrido y que les falta a las novelas cortas, te dan tiempo a vivir en ellas, que, al fin y al cabo, es la clase de evasión que busca uno en una novela. Si uno, claro, la aborda con la premura de estos tiempos que claman por cantidad, es decir, que uno lee a toda prisa para poder hacer una muesca en el listado de novelas leídas, se le volverá muy cuesta arriba terminarla. 

Comentarios

  1. Habrá que mirar a ver qué tal.¡Gracias!

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  2. Me gusta mucho el concepto de "vivir" en la novela. Interesante medio reseña...

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