Por si existieran las montañas mágicas
Foto por Jose Mesa (Mataparda on Flickr) https://www.flickr.com/people/liferfe/ - https://www.flickr.com/photos/liferfe/8429137812/, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31823461 Las oportunidades perdidas de subir a la montaña mágica han sido, no lo sabía, un regalo de la suerte y no una maldición de la fortuna. Siempre imaginé que esa diosa que rota su volúbilis sin más ritmo que el capricho estaba adornada por la belleza, que sus vestidos vaporosos insinuarían su silueta para estímulo del deseo. Ahora sé, tarde, que a esa montaña suben, casi siempre, los que bajarán con los pies por delante. Por tanto, la diosa que imaginé es más bien una bruja de nariz larga y aguileña, cargada de verrugas, con una escoba que nos barre como al polvo y al olvido, que diría Borges, que seremos. ¿Qué hacer sino seguir leyendo por ver si Hans Castorp escapa a la suerte general y baja sano y salvo la montaña? ¿La piedad adornó el espíritu (¡cuánto gus...