Sobre Meran

 


Trazar líneas imaginarias en el aire es cosa de soñadores, pero no sólo, también de reguladores del espacio aéreo. Existen salidas y llegadas normalizadas a todos los aeródromos y aeropuertos del mundo, rutas en altura y no tanto y puntos con nombres que, a mí al menos, me suenan exóticos, como de islas ignotas en los Mares del Sur. Lugares que existen en símbolo pero nunca podremos ver por las ventanillas en nuestros viajes. Las cartas de navegación aérea están plagados con ellos, como Meran, Urqui y Odegi, este último, desde Canarias, en ruta hacia Puclo. 

Al ver la ubicación de Meran en la carta no puedo dejar de pensar que quizá marque el sitio por donde se aparece, de cuando en cuando, San Borondón. Pero decir que San Borondón está, como Meran, a 42 millas de la radioayuda situada en las lomas cercanas al Hospital Insular, en Gran Canaria, por un radial que no logro averiguar porque no sé mucho de cartas, pero que debe andar por los 250 º, es fijar a San Borondón para siempre, cosa que no se puede ni se debe hacer.

 

Las rutas GPS directo son las que unen de manera más corta a dos puntos de la Tierra. Aparecen como rectas en los mapas. Estos últimos son intentos de llevar al plano una realidad más o menos esférica. Todos adolecen de defectos que se balancean con ventajas, pero lo cierto es que si cogemos una naranja y un bolígrafo podremos trazar rutas para ir de un punto a otro de la naranja y todas serán curvas. Si quitamos la piel de la naranja y la forzamos a aplanarse surgirán siempre deformidades. Pero a lo que iba. Si se traza la ruta directa entre el Aeropuerto Ezeiza de Buenos Aires y el de Barajas se verá que pasa exactamente sobre la vertical de Las Palmas de Gran Canaria y por eso miramos al cielo desde aquí abajo y vemos muy alto y muy lejos la estela blanca que dejan los reactores cuando pasan en su vuelo hacia un lugar al que soñamos algún día llegar.



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