Paterson Lino

 Han hecho un biopic de Antonio Lino, me parece a mí, con la película Paterson, de Jim Jarmush. 

Es cierto que Antonio Lino no es conductor de guagua, pero me lo imagino con la misma placidez vital que tiene el personaje, que se llama Paterson y que vive en la ciudad de Paterson. Me lo imagino, a Antonio, con su cuaderno de poemas en la bolsa o mochila que lleve al colegio y me lo imagino robando momentos a lo largo del día para escribir algunas líneas.  

Conozco muy poco a la mujer de Antonio, pero hasta la última vez que nos vimos era incuestionable la devoción por ella del poeta. A pesar de que cocine más o menos bien, Antonio se comerá la tarta de brócoli y quinoa y emitirá un mmmm valorativo, con toda seguridad; eso sí después de beberse el vaso de agua. Y mirará el cuadro del perro, Marvin, intentando no gesticular la mueca de desagrado que le viene a la cara por lo mal dibujado que está. Es verdad que Antonio no tiene perro, pero tiene hijo, que para el caso viene a ser lo mismo. Y no sé si la mujer pinta o cocina magdalenas decoradas con circulitos para venderlas los sábados en el mercadillo de campesinos, o si Antonio se lleva en una cajita del almuerzo o desayuno para  hora del descanso. ¿Llevará Antonio una fotografía de Petrarca con una flor pinchada, en esa cajita, y una foto de su mujer haciéndole regañisas a la cámara?

Sí me imagino a Antonio Lino hablando con aquella niña que espera a su madre, solo porque la niña está escribiendo poemas en su libreta. Y le contará que él también escribe, y ella, seguro, le leerá uno de sus poemas y no será malo. Y Antonio se quedará preocupado porque le gustó mucho el poema y  él nunca se queda tan contento de sus poemas una vez que los ha escrito, aunque luego cuando vuelve a ellos le van sonando cada vez mejor. Y cuando llega a casa, no me cuesta imaginar a Antonio Lino contándole a su mujer que ha estado hablando con aquella niña, y la mujer pondrá, seguro, una de esas miradas de través, pero Antonio se apresurará a explicar lo del cuaderno y lo del poema y hasta le recitará un trozo del poema que le leyó la niña. 

La mujer de Paterson le insiste en que sus poemas son preciosos, y que debe hacer copia de ellos y tratar de publicarlos, pero Paterson no está nada convencido. Quiero decir, a él le gustan sus poemas y le gusta escribirlos y, a veces, leérselos a su mujer. Aunque los escriba en aquel cuartucho del garaje, no se esconde, ni mantiene su libreta celosamente apartada. Al contrario, se la deja, a veces por ahí y por eso vino el desastre. Dejaron solo a Marvin con la libreta y Marvin se empeñó en desentrañar aquel misterio que se traía Paterson con aquel objeto. Así que Paterson perdió todos sus poemas. Y no había hecho copias.

En ningún momento le abandonó su tranquilidad y placidez. Simplemente se quedó ahí, sentado en el sofá. Ni siquiera se enfadó con Marvin. Ella echó al perro a la calle como castigo, pero Paterson lo dejó entrar. No. No es su estilo culpar al mundo de lo que le sucede a él. En lugar de eso salió a dar un paseo y meditar. 

Por el camino se encontró con un japones que había venido expresamente desde Japón a la ciudad de Paterson. Tenía un ejemplar de Paterson de William Carlos Williams, bilingüe. El japonés también era poeta, según le contó a Paterson. Y cree que las traducciones de poesía son como ducharse con impermeable. 

No fue muy efusivo, Paterson, en la conversación, y cuando el japonés la mencionaba a William Carlos Williams, él solo acertó a repetir “sí, William Carlos Williams, nació aquí”, y cuando el japones añadió  que también era de esa ciudad Allen Ginsberg, Paterson casi repitió “sí, Allen Ginsberg”. Y yo creo que el japonés dudaba de que en realidad Paterson, que se había declarado solo «conductor de autobuses» y no confesó que también escribía poemas, supiera quiénes eran aquellos tipos, y respondió:  “¡AJÁ!”, y Paterson se rió. 

Antes de marcharse, el japonés le dio a Paterson un cuaderno, en blanco, para que él también escribiera poemas, y ya un poco alejado se volvió y dijo “¡AJÁ!”. 

Y, no sé explicarlo, pero yo veía todo el rato a Antonio Lino como personaje de esta película. Y de pronto le he echado de menos, que también es un tipo que transmite reposo y apacibilidad. Y quería comentárselo a ustedes, a Antonio mismo:  ¡SALUDOS, ANTONIO!

LA PELÍCULA: Lo mismo la pillan todavía en este enlace

Postdata: Es una película americana en la que… iba a decir que no salían pistolas, pero sí que sale una, pero dispara bolitas de espuma. El tipo, uno en un bar al que va Paterson por las noches, mientras pasea a Marvin, amenazó con dispararle a ella, otra habitual del bar, si “no podía tenerla”; es que ella no le quiere. Luego se apuntó a la cabeza. Pero Paterson, sorprendentemente, se le lanzó encima y le quitó la pistola. La que después descubrieron que disparaba bolitas de espuma. 

Comentarios

  1. Creo que yo puedo a imaginar a Ricardo en ese Paterson-Lino de quien se habla en este spoiler tan agradablemente perseverante en la apacibilidad.

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