Tender, o no tender, esa es la cuestión

 

Después de un año puñetero en el que no he podido quitarme de debajo del ventilador, con noches y noches, desde mayo hasta diciembre, junto al murmullo incesante del motor arrullando mis pesadillas llega por fin enero y las temperaturas bajan hasta unos deliciosos dieciséis grados en algunos momentos del día. ¡Y me quejo!

Me quejo porque tiendo la ropa con la incertidumbre, como hoy, de no saber si lloverá. Si mis miserables esfuerzos de hormiga que sube seis ridículos escalones para tender en la azotea que tengo tan cerca serán o no baldíos. ¡Qué humano soy! Por si lo dudara, una trivial tarea doméstica me ha puesto frente a frente con mis propias fallas. ¿Qué es el calentamiento global frente a mis camisas secas o húmedas? ¿Qué se fue de mis convicciones ecológicas si maldigo al cielo del que cae la lluvia que moja mis gayumbos?

Foto: cochambrosa y encantadora fachada portuguesa adornada con ropa tendida esperando el sol



Comentarios

  1. La humanidad es así, en efecto, veleidosa, inconstante, presa del interés a corto plazo aún a costa del futuro. Por eso hacen falta líderes decididos, con visión de futuro, fuertes. Que nos señalen, por encima de nuestros mezquinos intereses, el bien común. Un líder como yo. Vota Pérez, por el futuro.

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  2. Ayyyyyyyyy...el quejío...buen texto!!!

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  3. Ay, esa foto maravillosa. Interesante reflexión...la secadora, ese gran tema.

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