El elefante de Schrödinger


 No se sabe, pero Schrödinger no solo probó con gatos su teoría. Aquí una recreación de cuando hizo lo mismo con un elefante. También se sabe que preguntó por una jirafa y por un loro.  En todos los casos la conclusión fue la misma: Que mientras estaba dentro no sabías si estaba vivo o muerto el animalillo, así que en teoría podías considerar que estaba vivo y muerto al mismo tiempo y gracias a eso le salían unas fórmulas bellísimas, armónicas, elegantes, y exactas bajo las circunstancias precisas.  

El problema venía luego cuando tenía que deshacerse de los animales muertos. Porque, claro, cuando abría la caja, bien por falta de alimentos o bien porque los animales se había asfixiado, o porque, como el elefante que se ahorcó con su propia trompa, los animales prefirieron la muerte al sufrimiento, nunca salió uno vivo de la caja; el problema, decía, era deshacerse de los animales. Con el gato, bueno, un contenedor, pero con el elefante, ¡uf!, se sospecha que lo vendió a un chino de la esquina; pero son rumores maliciosos extendidos por los compañeros del laboratorio, entre bromistas y celosos; la jirafa, gracias al presupuesto, no la consiguió y en cuanto a los loros, con aquello de que no paraban de hablar hasta dentro de la caja, estropeaban el fundamento principal del experimento. 

Schrödinger era un soltero de estos completamente absorbido por su trabajo. No saludaba ni a la portera que se le plantaba delante con la escoba en ristre para preguntarle con maliciosa convicción, "Sr. Erwing, ¿no habrá visto usted a mi gato?".

Comentarios

  1. Estos son los textos (y mira que es breve e indefinible) que hacen que resucite la esperanza en la Literatura (lo he escrito a posta con mayúsculas).

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  2. El anónimo de antes soy yo, JJ, y no el que escribió El lazarillo

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