Colegio de pobre.
En mi colegio hacía frío en invierno y calor en verano.
En el recreo aprendíamos para la vida y en clase
nos aburríamos a muerte. Unas pocas veces ocurría al revés.
De sexo ni se hablaba. Aprendimos a hacerlo sin hablar.
Como no sabíamos por dónde ni cómo, nos confundíamos
de hasta con quién, pero eso tampoco lo contábamos.
Los maestros dictaban al dictado y no se salían una coma,
como debe ser. Usaban palmeta y no en defensa propia.
Primero ablandaban la carne y luego untaban la letra.
No sé si aprendí mucho, pero salí blandito y obediente;
y repetía muy bien lo que hubiera que repetir,
que nunca era la comida.
La insolencia está en que me parece que me ha salido pedrofloriano.
Gran texto¡¡¡
ResponderEliminarHasta muy bien hemos salido...Buen texto, compañero.
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