Historia de amor delirante
Escribo mientras pienso en las pesadillas que he tenido esta
semana: me he visto en una cama, con un elástico al brazo, con el brazo
extendido y un chorreo de letras que me desangraban y me dejaban muerta en el
sitio, seca. Soy una yonqui del drama letrado.
Me salían letras por todas partes y yo con ansiedad por ir a
comprar libretas, cuadernos, hojas… da igual que ya tuviese papel en casa, solo
quería escribir y ponerme, como una loca, a vomitar letras.
Imaginaba las palabras “Confío en mí” y “Soy un ser de luz”
flotando a mí alrededor. Imaginaba que la cabeza se me abría como un cajón y
esas letras entraban y se hundían en el enroscado diseño de mi cerebro,
pululaban por los cráteres de mis hemisferios y se sumergían hasta el fondo,
pasando al resto de mi cuerpo por el torrente sanguíneo, como un enorme tsunami
que arrasaba de forma limpia y renovadora cada uno de mis órganos, de mis
células, cada parte de mi cuerpo… Y así, me fundía con ese mensaje que soy yo
misma.
Al abrir los ojos: una nueva vida, con un brillo espectacular
que salía de dentro, con un nuevo deseo de vivir, de amar, de entregarme, de
descubrir… Y luego me despertaba sudando.
No puedo dejar de pensar que mi corazoncito está escachado. Quisiera
que ya no fuese así, quisiera que ya quedara como un recuerdo y no se me
agarrara ese gato interior como una garrapata, pero se agarra. Le doy las
gracias y me repito en mi interior que todo está bien, a ver si la buena
educación le hace abandonar mis tripas engarrotadas… pero no da resultado. Quisiera
pasar, quisiera que no fuera importante, pero sobre todo, quisiera que volviera
a aparecer y que esta vez, funcionara.
Un texto sugerente y denso. En su corta extensión caben un par de giros que pueden causar un gran efecto sobre el lector atento gracias a la atinada progresión de la entrega de información.
ResponderEliminarGracias por tu atenta lectura. 😉
EliminarLas pesadillas del escritor...
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