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Rosario Castellanos

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 Me inspiro en las palabras de José Emilio Pacheco, prologuista de la antología que manejé. Parezco querer entender que Rosario Castellanos dio un giro jugándose quizá la vida o la integridad emocional o la pertenencia social y encontró un camino propio que fue luego sendero para las poetas mexicanas.  Para ubicarla en el tiempo, como siempre, dos cifras, 1925-1974. La resta de esas cifras, exigua, 49 años. Para ubicarla en el espacio no basta México, inabarcable, sino que hay entrar al detalle de México capital, mero nacimiento por accidente, porque, volviendo a martillear sobre la manida cita a Rilke, hay que bajar la altura de nuestro vuelo para encontrarla en Chiapas, y bajar aún más hasta Comitán de Domínguez donde vivió su infancia y juventud. Su final ocurrió, muy lejos, en Tel Avid, como embajadora de México. Pero todo esto es nada, diría el prologuista, porque nosotros no podemos encontrarnos a Rosario Castellanos en ningún café, en ninguna esquina recole...

Mi Lucha

Una reflexión matutina para actualizar el blog  Uno cree que la vida «debe ser», y se pasa la vida persiguiendo esa zanahoria sin alcanzarla nunca. Más pronto o más tarde comprende que la vida solo «es», el relleno lo tiene que poner uno.  Y nunca he sabido qué poner dentro. Me he comido la vida seca, echando unos sorbos de cerveza con los amigos, enamorándome de mujeres inaccesibles, leyendo aventuras e ideas de otros  y hasta escribiendo tonterías como esta para pasarla.  A veces pienso en mi vida como una vida desperdiciada a la que otros le hubieran sacado más sentido. Como si la vida fuera como una chaqueta (¡qué palabra!, ¿no?, viene del francés que a su vez, en una de sus acepciones viene del catalán que la trajo del árabe, de una palabra que designaba a esas cotas de malla par defenderse de los espadazos) que uno pudiera prestarle a otro para que la luciera mejor. Cuando escribo «uno» quiero decir «yo», pero ocultándolo en un genérico que, de algún modo, incl...

Anécdota

 Esta mañana detuvieron a alguien por venir contento al trabajo. Unos policías tristes lo llevaban a empujones, esposado.  El hombre iba sonriendo. ¡Pobre diablo!

Llovizna

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 Esta mañana, al sacar a Poncho, lloviznaba . Me encanta esa palabra, que viene a decir que no llovía francamente sino que la lluvia flotaba como en polvo en el ambiente.  Sabiendo el calor que pasamos ayer por la tarde, porque ya estamos en verano comodiosmanda, esta llovizna  es una gracia del cielo. Por eso les envié una foto cualquiera, sin arte ni composición, porque no hacía falta, y yo tampoco tengo capacidad para captar en imagen lo que quería expresar, que es ese agradecimiento porque existan días, al menos mañanas, como esta (Al menos aquí en Tafira ha continuado así toda la mañana, aunque ya no tiene la frescura y la cualidad emocional de la primera hora, que es también muy importante) Estos días me traen al sentimiento, más que al recuerdo, los días de mi infancia en el Carrizal. Esas mañanas de verano que lloviznaba exactamente como hoy, mientras yo aún estoy en la cama oyendo el incesante gotear de las cosas saturadas de humedad. Los golpeteos de las gotas s...

Raoul Vaneigem

Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones. Como hace tiempo que no cuelgo nada por aquí y está a punto de desaparecer de mi lista de blogs, actualizo el Papiromanía con cosas que ando leyendo. Aquel es el autor, uno de esos intelectuales situacionistas de los setenta en Francia. En rojo el título del libro, que tengo desde hace años (una reedición de 1988) y he releído más de una vez. Siempre inútilmente, es decir, no me ha servido para salir del rebaño, pero me permite sospechar que hay un "fuera del rebaño".  Aquí unas sentencias que he destacado por una razón u otra mientras leo. Hasta donde estoy ahora, que es hacia la mitad.  Convertirse en tan insensible y por lo tanto en tan manejable como un ladrillo es a lo que la organización social convida a cada uno con benevolencia. No existen vejaciones pequeñas ni pequeñas carencias. Solo existirá una condenación común mientras cada ser aislado se niegue a entender que un gesto de libertad por débil y torpe ...

Suite francesa, de Irene Némirovsky

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La edición que he manejado de Suite francesa , la novela inconclusa de Irene Némirovsky, se complementa con unos textos adicionales, a saber: sus reflexiones mientras escribía, encontradas en un cuaderno manuscrito, y un manojo de cartas ajenas a su mano. Ella había sido detenida y llevada, en principio, a un campo de concentración en el interior de Francia. Su marido, familiares y amigos escribieron cartas desesperadas intentando averiguar dónde se encontraba y en qué estado. Apelaban a cualquier autoridad o contacto que pudiera darles información. No tuvieron éxito. Tres clases de textos, tan distintos, conforman un todo incontrolable y desconocido para la autora de la novela. Desgraciadamente, ella nunca tendría acceso a esta especie de corpus sobreliterario que aumenta la novela, o la reduce, o la condiciona, o la altera, o la complementa o la destruye. Los dioses de las letras operan un milagro fuera del alcance de lo humano. Ellos, no sienten ni padecen, se despre...

El verdadero nombre de las cosas

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 No es por todos conocido que el entrenamiento primero de Jean-François Champollion en el desciframiento de mensajes arcanos se produjo en el mercado de frutas y verduras de su localidad natal, Figeac. Su padre, librero, lo enviaba a hacer mandados, confiando ya en el criterio del niño para elegir las mejores compras en un mercado, por otro lado, plagado de aviesos mercaderes dispuestos a dar gato por liebre. La ínfima cultura de los vendedores garantizaba una cartelería indescifrable para una persona culta, llena de faltas de ortografía o de transcripciones más o menos fonéticas del verdadero nombre de las cosas. La frontera, por tanto, entre el verdadero nombre de las cosas (si tal existe) y aquel por el que a ellas se referían era especialmente difusa en los mercados de Figeac. El joven Jean-Francois aprendió de chico a lidiar con la evanescente referencia a las cosas, la brumosa e inabarcable combinación de símbolos cuando se deja al albur de la falta de normas o,...