Malditas, una estirpe transfeminista de Itziar Ziga.
Cada vez tengo más en cuenta los
caminos transitados para llegar a un libro. Los pasos dados antes de empezar la
lectura, se convierten, irremediablemente, en un capítulo no escrito, un
previo, un prólogo que puede dar o restar sentido a lo que vendrá luego: las
rutas que nos llevan a un lugar, sí importan.
A Malditas llegué a través de Leonas
y zorras, de Clara Serra. Anoté su nombre, como tantos otros que
recomendaba y la busqué. Y este fue el que primero pude localizar. Así, sin demasiada
poesía.
Trans significa “a través” o “más allá de”. Y es esta segunda
acepción la que creo que Ziga quiere darle al subtítulo de su obra. Malditas tiene, ante todo, la rotunda pretensión de hacerle
justicia a una nómina de mujeres que lucharon en nombre del feminismo, y que
han sido catapultadas fuera del movimiento por ese feminismo blanco,
heterosexual, normativo y poco inclusivo, según la visión de la autora. Ese feminismo
que, parece, solo tiene fuerza para luchar por una causa, la del sexismo,
dejando fuera todas las demás. Se nota el tono provocador y políticamente
incorrecto, ex profeso.
La nómina es diversa y más allá
de lo que la propia autora debe considerar que son mujeres injustamente
tratadas, no hay más elementos en común: ni cronológica ni geográficamente. Desde
un guiño al feminismo negro con Sojourner
Truth, activista que alzó su voz en la convención de Akrom en 1851, donde
hizo famoso aquel “¿Acaso no soy yo una mujer?”. El grito con el que “las nadies aparecían en escena”, en
palabras de Nuria Varela. Valerie
Solanas, autora del Manifiesto SCUM. Sylvia
Rivera, mujer transexual latina que se crio en las calles de Nueva York y
que estuvo presente en los disturbios de Stonewall que serían la semilla que
luego se convertiría en la celebración del Orgullo. Louise Michel, anarquista y poeta francesa que vivió en primera
línea los acontecimientos de La Comuna de París en 1871. La inclasificable Annie Sprinkle: educadora sexual, actriz
porno y extrabajadora sexual, presentadora de televisión… Olympe de Gouges, la autora de Declaración
de los derechos de la mujer y la ciudadana, guillotinada en 1793 por su activismo. Kathleen Hanna, fotógrafa, música, escritora,
íntimamente relacionada con el movimiento feminista punk Riot Grrrl. Y por
último, Laura Bugalho, política
gallega, mujer trans y activista por la defensa de las personas migrantes.
Así de diversa es la paleta que
nos muestra Itziar Ziga. La lectura es amena y combativa. Y diría que
necesaria. Y hay algunas frases cargadas de razón y belleza sobre la lucha
feminista. Sin embargo, echo mucho en falta una bibliografía que ilustre de
dónde han salido las referencias que apunta en su trabajo, porque como ella muy
bien dice de una forma tan hermosa:
Siempre me he sabido
poblada por dentro por multitudes
que lucharon antes que yo y a quienes debemos toda la libertad
y la plenitud que logramos arrancarle a la vida.
Y si la lista de agradecimientos que incluye al final es de
lo más interesante e ilustrativa, cuánto no lo sería la lista de sus lecturas,
trabajos de tantas otras, si la hubiese añadido.
Interesante, el camino se bifurca. Libros y autoras que apuntan a seguir leyendo y aprendiendo.
ResponderEliminarUn amplio abanico de personajes a descubrir.
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