Una vida subterránea: diario 1991-1994 de Laura Freixas



Una vida subterránea, Laura Freixas. Ed. Errata Naturae, 2013.




Una vida subterránea es el título bajo el que la autora Laura Freixas recoge sus diarios correspondientes a los años que van entre 1991 y 1994. Lectura imprescindible para tener una visión certera de lo que han sido sus comienzos como escritora: sus incertidumbres, sus inseguridades y sus miedos quedan plasmados en esta obra con total honestidad y cercanía. 

Ante todo, es el diario de una escritora mujer. Las dudas con las que se debate son cercanas a cualquier creadora que titubea en sus comienzos, hasta encontrarse con la madurez suficiente para aceptar su pasión literaria y ser consecuente con ella, mientras encamina sus pasos hacia esa salida profesional.

Aunque Una vida subterránea no deja de lado otros aspectos personales, el centro es, sin duda alguna, ese proceso de autocuestionamiento que vive la autora sobre su vocación. A ninguna persona que escriba le resultará extraño este planteamiento: por un lado, parece que todo aquello que no esté sobre el papel no existe; por otro, la necesidad de pasar la propia realidad a través del tamiz de la escritura resulta imperiosa. Por eso la realización de diarios es frecuente entre los amantes del arte de la pluma. Necesitan escribir, lo que sea, hasta que sus dudas se disipen y vayan aclarando el destino que anhelan darle a las incontables horas que pasan ante el papel.

Una vida subterránea es un claro ejemplo de esto: la búsqueda,  la indecisión de lanzarse al objetivo deseado, el pivotar por distintas profesiones que la mantienen cerca del mundo del libro, pero que solo  son meras distracciones para justificar su pasión por la literatura, a la vez que la manera de obtener un sueldo y acallar así la voz de ese censor interno que la machaca por no llevar dinero a casa con regularidad. Trabajos que están cerca pero que no son el de ser escritora, su gran deseo, su “centro”, su identidad, inexorablemente ligada al acto de escribir. “Tu identidad como escritora te la da el escribir, no el publicar”, como le dice una amiga.

El escritor sin libro es otra agonía bajo la que debe aprender a vivir todo el que desea dedicarse a las letras. Llegar a la obra terminada es un proceso que no siempre se concluye con éxito. Y ese camino, dirigido a saltar el muro que separa la idea genial del texto terminado, puede convertirse fácilmente en un recorrido siniestro y desesperanzador. Estos aspectos están muy bien detallados en Una vida subterránea.

Una parte del galimatías que la protagonista debe resolver es su redefinición del éxito. ¿Está íntimamente ligado al reconocimiento? ¿A la obtención de premios? ¿Tiene que ver con la visibilidad? ¿Supone un deseo de origen infantil o realmente tiene que ver con su labor de escritura? ¿Es imprescindible lograrlo para sentirse querida? ¿Cuáles son los anhelos lícitos para una escritora: que te quieran, que te lean, que te premien? ¿Tener un sueldo y ser independiente gracias a tus libros? Imposible separar las dudas del alma humana de las que genera el deseo de escribir. Una vida subterránea es un libro cargado de coherencia porque, como reconoce la autora,  entre “comprenderse uno mismo y escribir literatura no hay contradicción”.

Subterránea es la vida que desearía llevar el que decide consagrarse a la escritura, para poder lograr su objetivo más importante: la obra acabada. El deseo de aislamiento en realidad no es tal, porque no se quiere renunciar al mundo: solo se elige otro mundo que va mucho más allá del papel.

Las notas que he tomado de este libro son profusas porque tenía la sensación de que estaba subrayando mi propio diario, mis propias aprensiones. El descubrimiento de Laura Freixas ha supuesto la oportunidad de nombrar muchas de mis inseguridades y, una vez se nombran, el dilema puede desaparecer o no, pero se convierte en algo concreto perfectamente manejable, que se puede cuestionar, algo “pensable”, y, por tanto, tema de reflexión del que resulta factible obtener respuestas.

Está escrito desde la sinceridad, desde la honestidad, desde la trasparencia de las emociones. Se cruzan subidas y bajadas, estados de depresión, de euforia… Como lectora te sumerges en ese universo completamente, porque te lo crees, porque se vive como propio. Sus dudas, son también las mías… O lo fueron, exactamente como le ocurre a ella: es el diario de una mujer con una vocación literaria que se debate entre si es algo privado e íntimo, o si puede llegar a convertirse en su carrera profesional.

Todo debate sobre si la biografía puede ser material lícito para componer la propia obra, queda aclarado en Una vida subterránea: "Me he resignado a que no tengo otra materia prima que mi vida, mi introspección; mi trabajo no es tanto inventar como elaborar ese material; la imaginación es secundaria, es una ayuda, en la medida en que a la verdad se llega por la ficción".

Hay, al menos,  dos formas de acercarse a este libro: como una lectura única, sin necesidad de situarlo en un contexto creativo más amplio. O como parte de ese “universo Freixas” que recomiendo encarecidamente. Ambas lecturas, serán disfrutadas mucho más por la persona que escribe o que tenga un especial interés en leer vidas de escritores.


Comentarios

  1. Me he sentido gratamente acompañado por este magnífico artículo sobre las "cuitas de los que escribimos" (o pretendemos escribir).

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    1. Me alegro. Creo que es fácil sentirse identificado cuando se trata de otras personas que escriben. Una buena manera de descubrir otros trabajos y también de respetar el propio.

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