Palabrear

Cada tres por cuatro me cansan las palabras. Me cansa la falta de significado de la mayor parte de las palabras que emitimos. Nos hemos acostumbrado a palabrear sin fundamento, sin decir. Y solo por derivación, porque hay letras, le llamamos literatura. Juntamos letras en grupos avalados por el diccionario y afirmamos que estamos haciendo literatura con fundamento etimológico, pero qué decimos, qué estamos diciendo, qué queremos decir, qué hay que decir. No sé si tengo algo que decir, y menos aún si importa algo que lo diga. No estoy nada seguro de que a alguien le importe lo que yo tenga que decir, que es, debería ser, la razón fundamental para que lo dijera. Y no callo. Ya ves, no callo, digo que no tengo nada que decir, que es el colmo del absurdo.
Y sin embargo sí que quiero decir, aunque todavía no sé qué. Hoy me urge una cosa, mañana me urge la contraria, supongo que buscando cuál sea el verdadero mensaje que quiero escuchar ahí dentro. Entresacar de ese borbotón de palabras que me están surgiendo constantemente, palabras contradictorias, que se anulan mutuamente, o que parecen hacerlo, un mensaje coherente, una expresión que me explique. Porque, al final, si no es para explicarme, si no es para explicarte, para explicar el mundo, desentrañar toda esta complejidad y entresacar un hilo que tal vez sea toda la madeja, tal vez solo uno de los muchos que la componen, para qué se escribe.
Abandonar el hábito automático de escribir y esperar a tener un mensaje claro. Y si no lo hay, resignarse al silencio. Pero no más escribir por escribir. Por la vanidad de escribir. Mentira, todo mentira. Esa es la sensación. Construcciones fantasiosas que van creando una fantasía de nosotros mismos y del mundo que acabamos habitando sin pensarlo demasiado, queriendo creer que es lo que somos, con el lastre de la sospecha tirando siempre hacia abajo, hacia el suelo raso de la nada.
No sé. No sé.
Hay días que abres los ojos a otra dimensión y es como si estuvieras fuera del mundo, como si descubrieras de pronto que te has quedado fuera de toda esa construcción de la que todos participan inconscientemente, y tú, solo tú, te has quedado fuera. ¿Hacerles comprender? ¿Y por qué vas a tener razón tú, exactamente tú? Si esto también es una construcción de palabras. ¿No será este fuera la construcción de ahora? Y cuando termine de escribir, como cuando terminas de soplar, la pompa sale flotando y a otra cosa.

Comentarios

  1. Hoy me has cogido bajo. No puedo dar una explicación a por qué escibimos o escribo. Posiblemente no haga ninguna falta. Si te sirve de algo, yo te agradezco que sigas escribiendo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La infraestructura de los sueños

Odisea del perroflauta

Suite francesa, de Irene Némirovsky