Sueño lúcido o despertar agónico
Mi despertador biológico es un calambre en la pantorrilla. Una de las dos o las dos, una primero y la otra después o ambas al mismo tiempo. Según el humor en que se encuentre el pillín de mi cuerpo que, cuando se harta de dormir, le dice al sistema nervioso «anda, despierta a este, a ver si hacemos algo» y el sistema nervioso ordena al músculo de la pantorrilla que se convierta en una piedra y se contraiga hasta volverse agujero negro.
Y ahí me tienes, a mí que nunca me ha gustado bailar, meneando las piernas al aire de lo más loco, golpeándome la piedra con el puñito, que hasta hace risa la diferencia de consistencia, y, para colmo, recién salido de una pesadilla tal vez, de la que suele salvarme la vigilia en el último instante, creyendo que por fin ha ocurrido el viejo anhelo de experimentar un sueño lúcido, y tenía que ser precisamente ahora, no podía esperar a cuando en el sueño estuviera triscando por una verde praderita y de súbito me topase con una grácil cabritilla.
Muy molestos esos calambres nocturnos, y más cuando afectan a un músculo que uno no sabe cómo estirar. El gemelo es fácil de estirar en cualquier escalón. Le comprendo.
ResponderEliminarEs un caso claro de apotasia, coma bananas como un simio adolescente.
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